Y de esta mujer que podríamos contar que no se haya dicho
ya. Se resiste al descanso, cada año me dice lo mismo, “no yo ya lo voy a
dejar, hay que dejar a los que vienen para que sigan haciendo esto”.
Mientras ella sigue con su trozo de hilo entre los labios y
a buen seguro y si su cuerpo se lo permite, estará ahí, forma parte de su vida,
el no participar le hará sufrir.
Todos los grandes siempre tuvieron a alguien cercano que se
ocupo de esas pequeñas cosas para que les hicieran brillar, este caso no va a
ser menos y aunque cada año es una casa diferente, una familia nueva y grande,
esta persona hará lo posible para que todos brillen.
Pasar un día por su casa, antes que llegue la Romería, claro,
al mediodía. La casa huele a comida y ella en una silla chica, y al calor del
sol que entra por la puerta del patio, la veréis cosiendo, bordando u otras faenas
de este entretenimiento.
Un placer Ana, el haber compartido tantos ratitos
contigo, espero que siga así durante mucho tiempo.
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