Quisiera imaginar los primeros momentos de nuestra Romería
en el que seguramente y como fiesta primaveral, los ganaderos se encontraban en
estos campos para hablar de ganados, cereales y sementeras. Las mujeres, por
otro lado y como es normal en aquellos tiempos, estarían preparando las ollas y
compartiendo vivencias de casa.
En nuestra Romería, las mujeres, siempre han
tenido un lugar privilegiado, como ahora.Aunque pienso, que en estas fiestas por su esencia y
costumbres se reparten los protagonismos como siempre se ha hecho, esperar que en
las sociedades en las que ocurrían estos encuentros fuesen diferentes, no es de
recibo.
Quiero decir con esto, que antes era el hombre el que tenia
la primera figura y aun sigue siendo así. Tradiciones que hay que respetar y
mantener por la buena marcha del negocio.
No intento provocar controversias con ello. Nuestra sociedad
ha cambiado pero estas costumbres hay que mantenerlas y los lugares de cada uno
hay que respetarlos.
Con esta imagen que muestro hoy, quiero rendir homenaje a
esa mujer, que continuamente se preocupa de los quehaceres de la casa,
no de las jamugueras o mayordoma, que de eso ya se ha escrito mucho, y lo que
queda… de esa otra, que no deja de andar patras y palante en estos días de fiesta,
la que organiza la olla, la que coge los recados mientras los demás buscan
borregos y alhajas, la que te atiende cuando todos anda regocijaos por las
calles y la que tiene las manos escardas de tanto fregar lebrillos, cazos y
cucharas y la que a buen seguro, no deja de mirar de reojo, cada vez que pasa,
a estos zapatos que esperan debajo de una silla a los días de gloria para ser
calzados y que con un poco de envidia, seguro se pregunta, ¿A mí? A mí ya me quedan chicos.
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